A pesar de que ella no se considera valiente, Claudia, blogger de Solo Ida rompió con la rutina, con una cómoda vida en Madrid y con su trabajo para coger una mochila e irse a explorar el mundo. Un viaje sin prisas, yendo por donde le llevaba el viento, Claudia quiso desde el primer momento contar cómo había vivido esa decisión y cuáles eran sus pensamientos mientras viajaba en solitario por gran parte de Asia, al tiempo que compartía consejos y recomendaciones.
Dices que no te quieres presentar por tus estudios o en lo que trabajas. ¿Qué es lo que te define?
Supongo que, como le ocurre a todo el mundo, después de dar de bruces con un blog el paso natural es buscar quién está detrás de la pantalla, saber un poco más del que cuenta esas vivencias. Es natural que en mi caso muchas de las personas que encuentran mi historia por casualidad se pregunten qué es lo que me movió a dar ese paso tan grande y lo que a mí me apetece es que se sientan identificadas conmigo en la sensación, quiero hacerles ver que ellos pueden hacerlo tanto o más que yo independientemente del nivel de estudios o el trabajo que tienen. Yo misma he vivido muy encorsetada en lo que decían mis carreras universitarias o mi profesión y este romper con todo quería que se reflejase en mi tarjeta de presentación, ya que un viaje “solo ida” es algo que cualquiera que lo lleve dentro debería hacer.
Por todo esto, creo que lo que me define es la voluntad, las ganas de hacer una cosa que siempre había querido hacer y haber luchado contra otras muchas (y conmigo misma) para hacerlo realidad.
Una vez tomada la decisión la mayor tarea es prepararlo todo, tanto para el viaje como todo lo que se queda por el camino, pero ¿dejarlo todo para viajar es algo premeditado o impulsivo?
Tiene dosis de ambas cosas. El viaje se tiene dentro, la idea se va formando poco a poco y lo que al principio empieza siendo una locura acaba por ser algo no tan descabellada hasta que un día, impulsivamente, decides hacerlo realidad.
¿Qué fue lo más difícil a la hora de planificar un viaje por diferentes países?
La verdad es que cuando salí de casa solamente tenía planeados tres destinos: Tailandia, Sri Lanka y Maldivas. No tuve en cuenta demasiadas cosas más allá de llevar ropa que me pudiese servir para climas diferentes y prevenir la posible documentación que me iba a hacer falta para entrar en ellos. Cuando estás en ruta te obligas a pensar casi de forma automática en las mismas cosas y mucho más si viajas solo, tienes todos los sentidos a mil y no puedes dejar nada pasar, así que todo lo iba resolviendo por el camino. Además, tenía claro que si me dejaba algo en casa, en el mundo lo iba a encontrar, ¡no hay que pensarlo demasiado!
¿Cómo elegías tus destinos?
Me dejaba llevar, es decir, iba a dónde siempre me había apetecido ir, a lugares que la gente por el camino me recomendaba, siguiendo a personas que conocía… ¡libertad total!
Por otro lado, tuve la oportunidad de vivir en Filipinas entre 2010 y 2011 y en esa época pude visitar muchas zonas de Asia, así que en esta ocasión repetí sitios que me habían enamorado y me quité la espinita de muchos otros que no pude visitar.
Viajaste con dos mochilas, por lo que tuviste que llevar solamente lo imprescindible. ¿Cuál es el objeto del que más te costó desprenderte para viajar?
Puede sonar mal pero me costó decidir si me llevaba el ordenador portátil. Es algo que medité muchísimo… Finalmente, tras varios meses en ruta y viendo que realmente me hacía falta para escribir y procesar fotografías, conseguí que me lo llevaran hasta Malasia.
¿Cómo te sentías en el momento que embarcaste en el primer avión rumbo a tu aventura?
Es algo muy difícil de explicar. En el primer vuelo hasta Oslo no podía creer que no fuese a volver en tanto tiempo a casa, que tuviese todo el tiempo del mundo para mí, fue de sopetón y algo que ni siquiera me había planteado el día que decidí dejar mi trabajo. Cuando llegué a Bangkok sentí que había vuelto a un sitio conocido del que no me había ido nunca y que había tardado demasiado en volver, a partir de ese momento me dejé llevar como nunca lo había hecho antes.
Y ahora, ¿piensas que viaje te ha cambiado? ¿Cómo te sientes? ¿Qué planes tienes?
No siento que el viaje haya acabado todavía, de hecho, sigo mirando vuelos de solo ida para reiniciar la aventura de nuevo. Aún así, noto que he cambiado, no soy tan tremendista, no me tomo las cosas tan a pecho y, sobre todo, creo que se es feliz con mucho menos de lo que pensaba antes.
Aunque no te consideras valiente por dejarlo todo para cumplir tu sueño, es una decisión que muchos no se atreven a tomar por miedo. ¿Qué consejo les darías?
Que analicen si ese es de verdad su sueño y que si la respuesta es afirmativa, que lo hagan. Excusas siempre van a haber, para nadie ha sido fácil, pero se puede si realmente pones empeño en ello. Como dicen: tomar la decisión es lo más difícil, lo de después viene rodado.
Fuente: InterMundial Seguros de Viaje